miércoles, 19 de septiembre de 2012
''No quiero que me hables de amores ni fracasos. Quiero que me hables de riesgos.
Quiero saber qué piensas del sexo y de la guerra en una cama, que me hables de tu pasividad al amanecer en ella misma y de cómo superas los complejos a lo largo del día hasta que se repite éste ciclo iracundo del tiempo que cubre un día.
Quiero probar tus desayunos, sentados de frente, yo en calzoncillos y tú con el pelo recogido y las orejas expuestas. Descalzos.
También quiero brindar contigo, beber vino de la misma botella, y que en días que sientas que no eres tú, invadas tu sobriedad con cerveza.
No quiero saber de ayeres ni quehaceres que no me correspondieron. Quiero que me hables del día a día como si no hubiese mañana.
Quiero que me hables de tus pasiones frustradas. Quiero ser parte de tus pasiones nacientes.
Quiero saber si en los días en que te invade esa frustración te enamoras tanto de las nubes como en tus días de torrencial inspiración.
No quiero ir ciego por acantilados de inseguridades, porque me das miedo, pero por explorarte intentaría recorrer tus aristas hasta encontrar algún amanecer en tus ojos, ese que tanto prometen los dioses a los enamorados.
No quiero ser balance.
Quiero que mi nombre sea la yuxtaposición entre tu nombre y tu vida.
Quiero saber que piensas de las rutinas y de los escapes.
Quiero escucharte recordar cómo empezamos. Como de nada, todo, y así sucesivamente.
Pero no quiero que me hables de finales, porque de finales, lo sé todo.''
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario