lunes, 15 de noviembre de 2010

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Estábamos juntos. Reías, me besabas, hablabas de esto, de lo otro. Me mirabas intentando grabarte cada detalle de mi cara, cada gesto. Recordabas como era verme, te enamorabas de nuevo.
Luego dijiste que mis ojos no tenían fin. Yo sonreí, y me hice pequeño en tu pecho.
Abrí los ojos y estabas a mi lado, dormida. Observaba tus hombros, tu espalda, y tu te movías pero no despertabas. Toque tu cabello, e hice poemas con el. Hice promesas por el.
Despertaste y me preguntaste ¿Que sientes? Pensé en mil cosas a la vez, y después olvide que quería decirte. Como siempre. Empezamos a hablar y me callaste a besos. Luego dormiste de nuevo. Y yo seguí en vela a tu lado. Estábamos juntos.
Te abrace y me sentí cálido.
Estábamos juntos.
Luego empecé a extrañarte. Empecé a sentirte mía, lejana, mía pero lejana. Intente apretarte a mi. Quemabas, y comencé a arder en ti, en tu piel de fuego. Desde entonces tengo el corazón en llamas. Me besaste y todo fue helado. Frio.
Estábamos juntos.
Después fuiste humo en toda la habitación. Humo blanco. Humo espeso.
Mi intuición se convirtió en morbo. Me levante y anduve a tientas. ¿Donde estas?
¡¿Donde estas?! ¡No te alejes!
Estábamos juntos.
Volví a la cama, cerré los ojos. Estábamos juntos. Estábamos juntos.
Te comencé a extrañar. Ansiedad. Calma. Ansiedad. Calma.
Eres mía, y aquí, te comparto con el universo. Estábamos juntos.
Juntos. Si, como debe de ser. Estábamos juntos.
Estábamos juntos.
Estebamos juntos.
Estábamos juntos, después desperté.

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