El amor emerge entre herejes; no en iglesias.
La sabiduría nace de las sonrisas torcidas y confundidas; no en bibliotecas.
CaminoDeLocos
miércoles, 16 de enero de 2013
domingo, 6 de enero de 2013
jueves, 3 de enero de 2013
Como no...
Cómo no pegarnos contra los árboles si no sabemos respirar
Si lo que pensamos que es, no es, y lo que no es, toma forma de verdad
De esas verdades amargas, que te recorren la garganta cual ácido
Y la verdad, sea del sabor que sea, no es un ciclo
Dónde estás, le preguntó, volteando a ver el horizonte
Eran las 6 de la mañana, amaneciendo en la costa
Cómo que dónde estoy, le contestó
Siempre tenían éste diálogo cuando ella lo sentía distante, y éste era el último
Sí.. Dónde estás? En qué piensas?
Estoy en la carretera, concentrado, contestó, con las dos manos en el volante
Ya sabes que no me refiero a eso, tonto
Sabían que no volverían a verse, por esas cosas sin dirección que planea la vida
Los ciclos que se abren y se cierran
No de esos ciclos que se abren, marcan y se van, que te dejan claro que se fueron para morir lejos en paz por haber terminado, bien o mal, su misión, sino de esos ciclos que son tal vez infinitos, o autónomos o bromistas, y dejan la vida como un incompleto círculo de circunstancias que no tiene fin porque no hay límite porque son ciclos que mueren sin paz en el trayecto de escape, o tal vez en el de vuelta, y que se llevan consigo mil formas de recordar.
Pero ambos sabían que su ciclo era de los primeros, que su ciclo era, por desgracia, finito, dependiente, y mortal.
Dónde estoy?, repitió la pregunta para sí mismo, pensante
Ella cabeceó.
Estoy, o más bien, estaré en cada árbol que veas en tu vida, en cada carretera, en cada amanecer que te agarre en ella, en cada confesión tuya en la iglesia, en cada herida y en cada alegría.
Luego respiro hondo, volteó a verla. A ella le comenzaron a correr las lágrimas por las mejillas, y su mueca de tristeza se comenzó a trazar en su rostro.
Y le dijo 'También estaré ''...en el viento, en el Ande de nieve, en el pájaro que fecunda a su pájara, en los cancilleres que murmuran 'Yes, sir', en cada mano que se convierte en puño'''
Pero Dios no los veía.
Ella lo miró, él fijo la vista al sol, y comenzaron a reír. Rieron, murieron de risa en 10 segundos, y volvieron a comprenderse.
Ella cayó dormida, con la cabeza recargada en la ventana, y cuando despertó, se encontraba sola, en el carro aparcado en la orilla de la carretera, y con una rosa entre los muslos.
Sabía que no le volvería a ver.
Como no imaginarse un mundo mejor si existe la soledad, como esta, la que te llega de pronto, y te hace sentir así de llena, de viva, pensó.
Si lo que pensamos que es, no es, y lo que no es, toma forma de verdad
De esas verdades amargas, que te recorren la garganta cual ácido
Y la verdad, sea del sabor que sea, no es un ciclo
Dónde estás, le preguntó, volteando a ver el horizonte
Eran las 6 de la mañana, amaneciendo en la costa
Cómo que dónde estoy, le contestó
Siempre tenían éste diálogo cuando ella lo sentía distante, y éste era el último
Sí.. Dónde estás? En qué piensas?
Estoy en la carretera, concentrado, contestó, con las dos manos en el volante
Ya sabes que no me refiero a eso, tonto
Sabían que no volverían a verse, por esas cosas sin dirección que planea la vida
Los ciclos que se abren y se cierran
No de esos ciclos que se abren, marcan y se van, que te dejan claro que se fueron para morir lejos en paz por haber terminado, bien o mal, su misión, sino de esos ciclos que son tal vez infinitos, o autónomos o bromistas, y dejan la vida como un incompleto círculo de circunstancias que no tiene fin porque no hay límite porque son ciclos que mueren sin paz en el trayecto de escape, o tal vez en el de vuelta, y que se llevan consigo mil formas de recordar.
Pero ambos sabían que su ciclo era de los primeros, que su ciclo era, por desgracia, finito, dependiente, y mortal.
Dónde estoy?, repitió la pregunta para sí mismo, pensante
Ella cabeceó.
Estoy, o más bien, estaré en cada árbol que veas en tu vida, en cada carretera, en cada amanecer que te agarre en ella, en cada confesión tuya en la iglesia, en cada herida y en cada alegría.
Luego respiro hondo, volteó a verla. A ella le comenzaron a correr las lágrimas por las mejillas, y su mueca de tristeza se comenzó a trazar en su rostro.
Y le dijo 'También estaré ''...en el viento, en el Ande de nieve, en el pájaro que fecunda a su pájara, en los cancilleres que murmuran 'Yes, sir', en cada mano que se convierte en puño'''
Pero Dios no los veía.
Ella lo miró, él fijo la vista al sol, y comenzaron a reír. Rieron, murieron de risa en 10 segundos, y volvieron a comprenderse.
Ella cayó dormida, con la cabeza recargada en la ventana, y cuando despertó, se encontraba sola, en el carro aparcado en la orilla de la carretera, y con una rosa entre los muslos.
Sabía que no le volvería a ver.
Como no imaginarse un mundo mejor si existe la soledad, como esta, la que te llega de pronto, y te hace sentir así de llena, de viva, pensó.
domingo, 30 de septiembre de 2012
domingo, 23 de septiembre de 2012
miércoles, 19 de septiembre de 2012
''No quiero que me hables de amores ni fracasos. Quiero que me hables de riesgos.
Quiero saber qué piensas del sexo y de la guerra en una cama, que me hables de tu pasividad al amanecer en ella misma y de cómo superas los complejos a lo largo del día hasta que se repite éste ciclo iracundo del tiempo que cubre un día.
Quiero probar tus desayunos, sentados de frente, yo en calzoncillos y tú con el pelo recogido y las orejas expuestas. Descalzos.
También quiero brindar contigo, beber vino de la misma botella, y que en días que sientas que no eres tú, invadas tu sobriedad con cerveza.
No quiero saber de ayeres ni quehaceres que no me correspondieron. Quiero que me hables del día a día como si no hubiese mañana.
Quiero que me hables de tus pasiones frustradas. Quiero ser parte de tus pasiones nacientes.
Quiero saber si en los días en que te invade esa frustración te enamoras tanto de las nubes como en tus días de torrencial inspiración.
No quiero ir ciego por acantilados de inseguridades, porque me das miedo, pero por explorarte intentaría recorrer tus aristas hasta encontrar algún amanecer en tus ojos, ese que tanto prometen los dioses a los enamorados.
No quiero ser balance.
Quiero que mi nombre sea la yuxtaposición entre tu nombre y tu vida.
Quiero saber que piensas de las rutinas y de los escapes.
Quiero escucharte recordar cómo empezamos. Como de nada, todo, y así sucesivamente.
Pero no quiero que me hables de finales, porque de finales, lo sé todo.''
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