De nada me sirvieron los consejos. Ni las criticas, ni los amigos, ni las palabras de aliento. Caí en las redes del amor, un amor no correspondido, lleno de ilusiones y odio, de amor y decepciones. De esto y de aquello. De besos sin saliva y de palabras sin sonido. De mañanas desnudo y almohadas húmedas. De idas y venidas, de ayer y hoy, de un mañana acorralador y de huidas sin rumbo.
Aun así la acepte en mis brazos. Nunca sabré exactamente que es lo que me han dicho, ni lo que me ha visto.
A veces creo que el destino esta sobre la buena voluntad. Que Dios nos da la buena voluntad, y el diablo controla el destino. Carnalmente así funciona. Carnalmente todo es perdonable, de igual manera.
Pero no me podía permitir ser abandonado. Nadie que haya amado de esa manera, caído y levantadose como lo hice, hubiera aceptado tal abandono. Me deje llevar por el escepticismo, hice de tripas corazón y salí de mi escondite.
Fui traes de ella, encarnando al peor de los enemigos. No siempre supe que hacer. Esta vez soy yo contra ella y la oscuridad, y ella no sonríe, y no parece abrir los ojos. Si es que aun respira, debe de controlarse muy bien. No siento su gélido aliento ni a un kilómetro a la redonda, tal vez este muy lejos. Debo de encontrarla, y tomarla entre mis manos, sea cual sea su estado. Pero dejo su aroma en todas direcciones, parece que el viento conspira contra mi, y que esta de su lado.
No importa. Nunca fue fácil, y aun así estuvo en mi cama, sudo mis cobijas y me arranco los secretos que ni yo conocía. No se puede esfumar así. No puede.
Te encontrare, maldita. Te encontrare, y me devolveras lo que es mio. Todo.